La historia de éxito de Jan Koum, el fundador del servicio de mensajería WhatsApp

La historia de éxito de Jan Koum, el fundador del servicio de mensajería  WhatsApp

(imagen: ubr.ua)

La historia sobre como un ciudadano de Ucrania emigró a EE. UU., y que en el transcurso de 20 años, recorriendo el camino desde la supervivencia con subsidio hasta la creación del servicio de mensajería instantánea más popular del mundo, que fue comprado por Facebook, por el valor de $19 mil millones.

Jan Koum escogió un lugar significativo para concluir un acuerdo sobre la venta de su servicio de mensajería WhatsApp a la red social Facebook. Conjuntamente con el segundo fundador del servicio, Brian Acton y el socio del fondo de capital de riesgo Sequoia Capital, Jim Goetz, Koum se dirigió hacia un edificio residencial blanco que se encuentra a pocas cuadras de la sede discreta  de WhatsApp en Mountain View, California. Aquí, antes se encontraba la oficina de la organización no comercial North County Social Services, hacia donde, Koum de 37 años, en ese entonces, tenía que dirigirse para recibir los cupones sociales para los alimentos. Pero esta vez, las tres figuras claves de WhatsApp rubricaron, en este edificio histórico, sus firmas en el documento, aprobando la transacción, que al instante hizo multimillonarios a los fundadores de este servicio de mensajería. Por el proyecto, con el ingreso modesto de $20 millones, la mayor red social del mundo, el 19 de febrero de 2014, les pagó la cifra récord de $19 mil millones.

Koum, a quien le pertenece, según estimaciones de Forbes, el 45% de las participaciones de WhatsApp del valor $6,8 miles de millones, nació y creció en un pueblo pequeño a las afueras de Kiev (Ucrania).

Koum fue el único hijo de una familia compuesta por una ama de casa y un gerente de construcción que edificó edificios de hospitales y escuelas. En la casa de Koum no había electricidad ni agua caliente. Sus padres trataban de hablar muy raramente por teléfono, por temor a que los funcionarios desconectarán la línea. Esto suena mal, pero él, por extraño que parezca, hasta ahora echa de menos a su infancia. Las condiciones espartanas, en las que se educó el futuro multimillonario, probablemente sean las causas, por la que él rechaza categóricamente el dominio de la publicidad en su negocio.

A los 16 años, Koum junto con su madre emigraron a Estados Unidos (Mountain View), por temor a la inestabilidad política y al crecimiento del antisemitismo en Ucrania, después de la caída de la URSS. Mediante el programa del apoyo social recibió un pequeño apartamento con dos dormitorios. Sin embargo, su padre, nunca pudo viajar al extranjero. La madre de Koum llevó consigo maletas llenas de bolígrafos, lápices y una pila de 20 cuadernos soviéticos para no gastar dinero en útiles escolares en EE. UU. Al principio, ella consiguió un empleo como niñera, y Jan barría pisos en una tienda de comestibles. La familia apenas se las arreglaba hasta llegar a los fines de mes. Cuando la madre de Koum fue diagnosticada de cáncer, ellos tuvieron que sobrevivir a expensas de su pensión de invalidez.

Yan aprendió a comunicarse con fluidez  en inglés, pero no podía acostumbrarse de ningún modo al estilo superficial de la comunicación de los estudiantes estadounidenses, constantemente recordando a sus amigos ucranianos, con los pasaron juntos diez años de escuela. “En Rusia realmente se conseguía conocer sobre una persona prácticamente todo“, dice él.

Más rápido que Facebook: el ritmo récord de crecimiento de la audiencia de WhatsApp 

(aumento del número de usuarios de redes sociales conocidas, durante los 4 primeros años de funcionamiento) 

 WhatsApp2

(fuentes: comScore Media metrix, datos de las propias empresas)  

En la escuela, Koum tenía la reputación de ser un alborotador, pero a los 18 años maduró, fascinado por la programación. Él era un autodidacta y la información sacaba de los libros de texto, que cogía “en alquiler” en las tiendas de libros de segunda mano. Pronto, Jan se unió al grupo de hackers w00w00 y en más de una vez vulneró el servidor de la empresa Silicon Graphics, y así mismo se comunicaba bastante con otro programador conocido procedente de w00woo, con el co-fundador del servicio musical Napster Sean Fanning.

Koum ingresó a la Universidad Estatal de San José y consiguió un trabajo en el departamento de seguridad de la información de Ernst&Young (E&Y). En 1997, se conoció con el directivo de Yahoo!, Acton (que era un empleado de  44 años de Yahoo!) en los marcos de la inspección del sistema de publicidad del gigante de Internet. “En ese entonces, se podría decir que  él era un poco diferente, recuerda Acton. Era de apariencia seria, como: pero “¿cuál es su política en esta dirección?”. Jan era muy diferente de otros auditores de E&Y, que empleaban la táctica del diálogo confidencial y que no desdeñaban en obsequiar a los clientes importantes una botella de vino bueno. “Bueno, pasemos directamente al grano”, Acton rápidamente adoptó el estilo de negocios de Kuom.

Jan, también tiene recuerdos similares sobre su primer encuentro: “Los dos no queríamos dedicarnos a esta tontería corporativa”. Dentro  de medio año, fue entrevistado en Yahoo! para ocupar el cargo de ingeniero de redes. En una ocasión, Koum estaba  en la universidad, cuando después de dos semanas después de su colocación en Yahoo!, uno de los servidores de la empresa salió fuera de servicio. El co-fundador de Yahoo!, David Filo marcó el móvil de Jan, pero en respuesta, a la petición de arreglar con urgencia el problema, escuchó por el tubo un susurro: “Ahora estoy en el salón de clases”. “¿Que demonios? dijo indignado Filo. – ven rápidamente a la oficina [literalmente: saca tu culo a la oficina]!”. Yahoo!, en ese momento tenía un modesto equipo de ingenieros, de modo que que cada ‘unidad de combate’ valía su peso en oro. ‘En cualquier caso, yo odiaba los estudios”, dijo encogiendo los hombros Jan. Poco tiempo después, dejó la universidad.

Cuando falleció su madre en 2000, el joven ucraniano se quedó completamente sólo (su padre había fallecido en 1997). En esos momentos terribles le ofreció su ayuda Acton. “Él me invitaba sin ceremonias a su casa”, cuenta Koum. Los colegas esquiaban juntos, jugaban el fútbol y a los lances del disco volador (frisbee).

En los 7 años siguientes, hicieron carrera en Yahoo!, que durante este tiempo sobrevivió una serie entera de subidas y caídas. Acton invirtió sin éxito sus ahorros durante el boom  de las empresas “dotcom” (.com”) durante el año 2000 y perdió varios millones de dólares. A pesar de que a él tampoco le gusta la publicidad, Brian jugó un papel importante en el lanzamiento de la plataforma de publicidad a gran escala Project Panama, uno de los desarrollos claves de Yahoo!, en 2006.

A mí, cualquier contacto con el mundo de la publicidad, me llena de melancolía, explica Acton. porque uno no hace mejor la vida de nadie, cuando se perfeccionan los anuncios publicitarios en el sitio”. Él se sentía emocionalmente agotado por la necesidad de cumplir constantemente el trabajo que no apreciaba. “Yo notaba esto, al encontrarme  con él en los pasillos”, afirma Koum. Él mismo, también, dejó de tener placer de los días de trabajo cotidianos. En su perfil en LinkedIn, Kuom con moderación y sin sin entusiasmo describe los últimos tres años en Yahoo! así: “hize algún trabajo”.

En septiembre de 2007, los futuros creadores de WhatsApp finalmente rompieron con la corporación, que los tenían fatigados, y decidieron pasar una vacaciones de rehabilitación de un año de duración. Viajaron a América del Sur, jugaban al apasionado juego en equipo frisbee y disfrutaban de la libertad. Ambos trataron de colocarse a trabajar en Facebook, pero fracasaron. “Así es, somos los miembros del club de rechazados por Facebook”, dice sonriendo Acton, cuya reacción optimista a la decisión de la dirección de la red social se conserva en los anales de su cuenta en Twitter.

Kuom “devoró” sus $400 000 de sus ahorros de los tiempos de Yahoo! y no pensaba mucho en el futuro, hasta que en enero de 2009 no se compró un iPhone. Él, inmediatamente sintió el potencial fantástico del dispositivo, y más exactamente de la tienda App Store, que, en ese entonces apenas tenía 7 meses de lanzamiento, y de la industria de las aplicaciones móviles en su conjunto. Kuom, en ese entonces visitaba a menudo  a su amigo ruso, Alex Fishman, que organizaba en su casa, en el oeste de San José, una presentación de novedades de cine con el disfrute de pizzas, para la comunidad local rusa. Se reunían a veces hasta 40 personas. Dos de ellos, habitualmente se retiraban a un lado y tomando tazas de té en el mostrador de la cocina, discutían la idea sobre la nueva aplicación móvil: estos eran Kuom y Fishman.

“Jan me mostró si libreta de contactos en el smartphone, recuerda Fishman. Me explicó que sería genial hacer una aplicación en la que  a los nombres de las personas se les asigne status (estados) individuales”. Los status, según Kuom, deben de informar a la lista de contactos de que el propietario ahora conversa por teléfono, que del iPhone pronto se descargará la batería y que el dueño no puede coger el teléfono, porque se encuentra en el gimnasio. Para compensar la insuficiencia de su experiencia, él buscó a un desarrollador de aplicaciones móviles. Fishman le puso en contacto con Igor Solomennikov, un desarrollador de Rusia, que lo encontró mediante el sitio RentACoder.com.

Kuom rápidamente pensó el nombre WhatsApp, que significa la pregunta “¿Qué pasa?” o “Qué tal?” o “¿Cómo estas?”» (¿What’s up?). Una semana después de su cumpleaños, el 24 de febrero de 2009, él fundó la empresa WhatsApp Inc. en California. “Él es muy cuidadoso porque lo pensó todo”, dice Fishman. La aplicación en sí, al momento de la inscripción de la persona jurídica, aún no estaba lista, Kuom durante días escribía el código para que WhatsApp aprenda a sincronizar con cualquier número de teléfono en el mundo, para esto él rebuscaba en la página de Wikipedia la lista completa de los prefijos internacionales. Para registrar los pormenores (matices) regionales, el fundador de la empresa  tuvo que realizar varios meses de trabajo rutinario. La versión inicial de WhatsApp fallaba mucho y se frenaba. Cuando Fishman descargó la aplicación, de centenares de números de su lista de contactos en WhatsApp, se instalaron sólo unidades, y en su mayoría, de los rusos locales conocidos de Kuom.

Durante un almuerzo, en el restaurante de carnes  Tony Roma’s en San José, Fishman contó los problemas del servicio, mientras Kuom, que se encontraba sentado a su frente, escribía escrupulosamente todas las quejas del “experimentador” en uno de aquellos cuadernos soviéticos, que su madre había traído consigo a EE. UU., Jan conservó los trastos simples de inmigrantes para hacer los registros más importantes de su vida.

Al cabo de un mes, después de otro juego de frisbee, el satartuper, al conversar con Acton, a regañandientes  admitió que la idea con WhatsApp había fallado y que era hora de conseguir un trabajo. Pero, el viejo amigo nuevamente le ayudó, esta vez, con un consejo correcto: “Serás un tonto de verdad si lo tiras todo ahora. Espera por lo menos un par de meses más”.

La ayuda al que se ahogaba llegó de un lado inesperado: en junio de 2009, Apple lanzó una opción de notificaciones para que la aplicación pueda hacer recordar, incluso si el propietario del iPhone  no los utiliza. Jan rápidamente actualizó WhatsApp: ahora, cada vez que el usuario cambia de status (por ejemplo, “No puedo hablar, estoy en la sala”), el servicio avisaba al respecto a la lista de los contactos. Los amigos rusos de Fishman, al instante cogieron la broma de notificarse mutuamente sobre “cada estornudo”, estableciendo status como “Me desperté tarde” o “Ya estoy en camino”.

“En un momento inesperado WhatsApp se convirtió en una especie de mensajería instantánea, dice Fishman. Comenzamos a utilizarlo para preguntarnos “Hey, ¿cómo estás?”. Y alguien respondía de inmediato”. Jan observaba, cómo cambiaban los status de los usuarios, en la pantalla de su Mac Mini en su casa de la ciudad de Santa Clara, donde se dió cuenta quee había creado inadvertidamente un servicio de mensajería cómodo.

“Me fascinaba la idea de estar constantemente en contacto con alguien, que se encuentra a miles de kilómetros de uno, mediante el dispositivo que siempre llevas consigo. Esto fue un gran alcance”, dice Koum.

El único mensajero textual gratuito en el mercado en aquel momento era BBM de Research in Motion, que sólo funcionaba en los smartphones  del fabricante canadiense BlackBerry. Se desarrollaban también G-Talk de Google y Skype, pero WhatsApp era única en que el inicio de sesión era su propio número de teléfono. Kuom dentro de poco lanzó la versión 2.0 con la opción del intercambio de mensajes y obtuvo como restitución en forma de un fuerte aumento del número de la audiencia  que saltó hasta 250 000 usuarios. Jan entonces decidió invitar al proyecto a Acton, que no podía encontrar de ningún modo trabajo y que trató sin éxito de poner en marcha otra startup.

Los amigos se sentaron en la mesa de la cocina de la casa de Acton y comenzaron a enviarse entre sí mensajes por WhatsApp, probando, lo que más tarde sería la famosa  marca de verificación (función de aparición) del mensaje de doble signo, después de que el destinatario lo ve.  Brian, en ese entonces ya había llegado a comprender: que ante él estaba una alternativa real a los SMS y que era más eficaz  que la tecnología de MMS, que no llegó a alcanzar popularidad, para el intercambio de fotografías y de otros tipos de contenidos no textuales. “Ante nosotros estaba todo el universo infinito de Internet, que teníamos que conquistar”, dijo él.

Pronto Kuom y Acton ocuparon Red Rock Café, un café para startupers en la concurrida intersección de Mountain View. El segundo piso del establecimiento hoy también está lleno de personas con laptops en silencio que escriben códigos para sus aplicaciones. Los fundadores de WhatsApp a menudo se sentaban en una de las mesas desvencijadas del café: Acton con una agenda y Kuom con un ordenador portátil. En octubre, Brian captó para el servicio las primeras inversiones de capital de siembra: $250 000. En el proyecto invirtieron sus 5 amigos ex empleados de Yahoo!. Acton recibió el estatus de co-fundador y una participación en WhatsApp. El oficialmente empezó a trabajar en la empresa a partir del 1 de noviembre de 2009 (hasta la transacción con Facebook, Kuom y Acton tenían la participación total del 60%, que para los startups es un indicador muy alto.  Jan, en calidad de autor de la idea y como el único desarrollador, en el transcurso de los primeros 9 meses de existencia del servicio, tenía la mayor participación.   Los primeros empleados también en conjunto controlaban relativamente una gran parte, de casi el 1 % (oficialmente en la empresa estas cifras no se comentan).

Kuom y Acton constantemente recibían mensajes de respuesta de propietarios de iPhones, intrigados por la cómoda funcionalidad de la mensajería  gratuita, pero frustrados por la imposibilidad de comunicarse con los amigos usuarios de Nokia y BlackBerry. Como el sistema operativo Android, en ese entonces se encontraba en la fase rudimentaria, Kuom contrató a su amigo de infancia Chris Peiffer de Los Ángeles para desarrollar una aplicación de la versión  de BlackBerry. “Yo me mostré escéptico, recuerda Peiffer. ¿ Acaso SMS no era lo suficiente para la comunicación?”. Kuom le objetó: los SMS “cierran” a los usuarios dentro del país. “Esto es del ayer, le dijo al desarrollador. Es una tecnología muerta, una fuente de ingresos para los operadores móviles, que se irá al pasado, así como en los 70 ocurrió con el fax”. Después de escuchar los argumentos de Kuom y al constatar el ritmo de crecimiento galopante de la audiencia de WhatsApp, Peiffer se unió al equipo.

Mediante sus conocidos de Yahoo!, el satartup encontró un local para la oficina, que eran varias habitaciones que se encontraban en el antíguo almacén en Evelyn Avenue en San José. Todo el resto del edificio estaba ocupado por el servicio Evernote, que a fin de cuentas “sobrevivió” a los vecinos modestos de su territorio. En invierno, los empleados de WhatsApp se envolvían en  mantas calientes para mantener el calor, y tuvieron que trabajar en las mesas baratas de Ikea. En la oficina no había ni siquiera un logotipo comercial del servicio. Ellos así explicaban el esquema del viaje: ” Encuentren el edificio de Evernote y dar una vuelta a su alrededor. Por detrás verán una puerta sin placa de aviso. Luego llamen”, recuerda su entrevista uno de los primeros desarrolladores de una versión de BlackBerry para WhatsApp, Michael Donohue.

Kuom y Acton, los primeros años trabajaron gratis, y su gran partida de gastos era el envió de mensajes textuales. Y el presupuesto limitado de WhatsApp era devastado por los corredores de envío de mensajes por SMS, como Click-A-Tell, que organizaron el envío de un mensaje para un usuario estadounidense, por 2 centavos de dólar, y para el usuario del Medio Oriente, por 64 centavos. Hoy la empresa gasta en notificaciones cerca de $500 000 al mes. En 2009, esta cantidad fue significativamente más pequeña, pero que fue suficiente para vaciar la cuenta bancaria de Kuom. Por suerte, WhatsApp justamente a inicios de 2010 empezó a generar las primeras ganancias, que salía aproximadamente $5000 al mes, que era suficiente para cubrir los gastos administrativos. Los fundadores experimentaron, haciendo el servicio gratuito, y de pago para comprender, en cuanto la audiencia está interesada en la aplicación funcional. El momento crítico llegó, cuando, en diciembre de 2009, el WhatsApp actualizado aprendió a enviar fotos, a pesar del precio de $1, la afluencia de nuevos usuarios nuevamente se disparó bruscamente. “Pienso, que podemos dejarlo  de pago”, expresó la opinión general Acton.

A principios de 2011, WhatsApp se elevó a la cima de las aplicaciones más populares en la App Store estadounidense. En una ocasión, durante una merienda corporativa, uno de los empleados le preguntó a Kuom, por qué él no atrae al proyecto la atención de los medios de comunicación. “El marketing y la prensa levanta el polvo, le respondió el fundador del servicio, y el polvo cae en los ojos. Y ya no se puede centrarse más en el producto”.

Por el derecho de invertir en WhatsApp el dinero de Sequoia, Getz asintió  ser el “consejero estratégico” de la empresa. El fondo invirtió en el mensajero $8 millones.

Dentro de 2 años, en febrero de 2013, cuando la audiencia de WhatsApp subió casi hasta los 200 millones de usuarios activos, y el personal de la empresa también creció hasta 50 personas, Kuom y Acton coincidieron en que había llegado el momento para efectuar otra ronda de inversiones.

“Para asegurarse”, Brian explica sus motivos. Él recuerda, como su madre, que tenía un pequeño negocio de entrega de cargas, sufría de insomnio, temiendo contraer deudas con los salarios: “Ud. no quisiera estar en una situación, en la que no estará en la capacidad de pagar las cuentas a los empleados”. La segunda ronda de las inversiones se realizó de forma no pública. Sequoa invirtió en el servicio otros $50 millones, estimando  al servicio de mensajería en $1,5 mil millones. Poco antes de esto, Acton envió a Getz un screenshot del extracto bancario  de WhatsApp: en la cuenta de la empresa estaba depositado $8,257 millones más de lo que el proyecto había recibido del fondo un par de años antes.

Al estar firmemente  en pies, el servicio se preocupó por la infraestructura correspondiente a su nuevo status. Acton se puso de acuerdo sobre el arriendo a largo plazo de un edificio en construcción de tres pisos para la oficina. A pesar de que el propietario de los inmuebles no sabía, quiénes eran los de WhatsApp, su disposición de pagar fue el factor decisivo. En el verano de 2014, el equipo debe de trasladarse hacia la nueva sede espaciosa para todo el personal de 100 personas.

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(ref.: Forbes; Internet)

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