Cada uno de nosotros ‘elige’ sus propias dificultades
El diálogo entre un estudiante y su mentor, sobre las dificultades en la vida.
Cada uno de nosotros tiene sus propias dificultades.
En una ocasión, un estudiante le preguntó a su mentor: ¿por qué existen dificultades que nos impiden alcanzar el objetivo, nos desvían de la senda elegida y tratan de obligarnos a reconocer nuestra debilidad?
Mentor: Lo que llamas dificultades [le respondió el Mentor], es en realidad una parte de tu objetivo. Deja de luchar con esto. Sólo piensa en esto y ten en cuenta a la hora de elegir el camino. Imagínate que tiras de un arco. El blanco está lejos, y no lo ves, porque al suelo descendió una espesa niebla mañanera. ¿Acaso te pones a luchar con la niebla? No, tú esperas, hasta que sople el viento y la niebla se disperse. Ahora el blanco es visible, pero el viento desvía el vuelo de tu flecha. ¿Acaso luchas con el viento? No, sólo determinas su dirección y realizas ajustes, disparando en un ángulo ligeramente distinto. Y si tu arco es pesado y duro, y te faltan fuerzas para tender la cuerda. ¿Acaso luchas con el arco? No, tú entrenas tus músculos, cada vez más intensamente tendiendo la cuerda.
Estudiante: Pero hay gente que tira del arco ligero y flexible en tiempos claros y sin viento, dijo el estudiante enfadado. ¿ Por qué sólo mi flecha se encuentra con tantos obstáculos en su vuelo? ¿Será que el universo se resiste a mi movimiento hacia adelante?
Mentor: Nunca mires a otros [le dijo sonriendo]. Cada uno elige su arco, el blanco y su propio tiempo para el tiro. Para algunos, el objetivo es el impacto exacto, para otros, una oportunidad para aprender a disparar.
El Mentor bajó la voz y se inclinó al estudiante para decirle:
Y además quiero revelarte un secreto terrible. Al universo no le preocupas en absoluto, porque él no se resiste ni ayuda a nadie. La niebla no desciende al suelo para evitar tu tiro, el viento no empieza a soplar para desviar tu flecha hacia un lado, el arco duro fue hecho por el arquero, no para que reconozcas tu debilidad. Todo esto existe por sí mismo, independientemente de tu deseo. Tú eres el que decidiste que podrás, ante estas condiciones, dar en el blanco con precisión. Por eso, o bién dejas de quejarte de las dificultades y empiezas a disparar, o apacigua tu orgullo y elige un blanco más fácil, es decir el objetivo, al que sea posible ‘dispararle’ a quemarropa.
Moraleja: ¡Para lograr el éxito, hay que ganar la guerra pequeña más grande: consigo mismo!.
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(ref.: Esoreiter.ru; Internet)
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